Nakatomi Plaza: Quesada y la Casa de las Ideas

jueves, 17 de septiembre de 2009

Así es como me gustaría tener mi casa, sólo que con más cosicas de Star Wars y menos señores con barba.

Tres moscas negras

escucha lo que mis ojos no pueden decirte. tres moscas negras llevo en los labios. escucha su zumbar de plomo. hoy y ayer, son el latido de mil noches juntos.
¿ves? la luz se empaña de aceite. ¿ves?, aquí, donde llevo tu nombre, mil noches presas en este río de tinta.
muerde. si ayer y hoy son el latido de un fracaso muerde mis manos. que sientan el dolor que les pertenece. por estas manos donde el amor se confiesa, corre el río de tinta que até a tu carne.
tinta para matar el olvido.
por estas paredes la fiebre que me consume y el veneno que me alimenta. por estas paredes te sigo amando.
dame tu boca. quiero regurgitar mi aliento. lengua de trapo. espejo de mi angustia. sostén de mi cobardía.
aquí, donde se pierden mis horas, te he amado. aquí, tu nombre duele. aquí, te tengo. aquí te tengo.
¿ves? mis emociones desbocadas danzan ante tus ojos. danzan sin freno… ¡danzan al compás del vértigo! vértigo. en mi vértigo se abisman tus ilusiones. vértigo… tu confusión y mi delirio. vértigo.
por estas calles donde mi ego nutre de sangre tres moscas negras, ¡pánico! pánico en esta esquina, pánico tras la ventana. pánico. mi risa ladra por los pasillos.
en los rincones me quema el calor espeso que envuelve este laberinto en llamas. en la cama, mi angustia y este sudor de hielo. la ansiedad me vuelve loca. loca. loca. a golpes, la suerte es la medida de mis sueños.
silencio. silencio en tus labios. silencio. un silencio de gemidos mi soledad resume.
escucha. sobre mi corazón llueve la arena. arena que sembré de piedras. piedras y arena con las que edifiqué este monstruo.
tres moscas negras llevo en los ojos. tres moscas negras los ciegan…
dime, si me alimenta lo mismo que me destruye, ¿hay esperanza? dime si nuestro amor existe. dime lo que no sé decirte. dame la esperanza que no sé darte.
mi amor, la noche termina. mañana, angustia y ansia, piedras y arena, las esparciré al viento…
ya es hora. el viento cambia de rumbo. la luz se limpia. ventanas y puertas se abren. el laberinto se funde, su calor se apaga.
puedo mirarme y verme en las sombras. puedo retar a tres moscas negras. puedo verlas volar. puedo atraparlas. atraparlas.
ayúdame a cavar este amanecer una fosa. cava bien hondo, vamos a enterrar tres moscas negras. juntos pondremos la cruz. el silencio será su epitafio.

G.A.

Nakatomi Plaza

jueves, 17 de septiembre de 2009

Quesada y la Casa de las Ideas

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